Una esquina, unos versos, unos acordes de guitarra al compás de las luces de neón. Aceras, adoquines, kilómetros de asfalto y carretera. Las botas gastadas aprietan mucho más que antaño y el cuero de la cartera no huele igual que antes. Camisetas blancas de tirantes, arpegios con cuerdas de metal y el sudor de las paredes de un local más que se agita entre copas de vino y vasos de cerveza. La banda de los corazones solitarios hace tiempo que está de gira, dicen que pronto volverá por aquí, mientras la poesía intenta doblar los renglones torcidos de una realidad que se mueve demasiado deprisa. Vasos cortos de licorprohibido que baja por la garganta y macera en las tripas, una tarjeta de visita amarillenta con las esquinas gastadas, hemos llamado a tu puerta, hoy estás de suerte.
Después de su vigésimo aniversario 2004/2024, Absenta Poetas, continúa en la acción directa, combinando las ediciones de su revista con los recitales y conciertos. Vuelven años de pisar el mármol de los bares, pubs, salas, bibliotecas y librerías, la tierra sin techo que se viste al aire libre y las habitaciones de los poetas y músicos que siguen dando vida a este viaje con forma de proyecto de largo recorrido. Más de 17.000 ejemplares sueltos, que vuelan sin retorno, como testigos agradecidos de esta andadura que sigue mirando al futuro, para daros las gracias a todas y a todos los que apoyáis este compromiso. Velas, incienso, dos monedas para los caídos y un brindis para tod@s vosotr@s... Absenta Poetas, seguimos...
ABSENTA POETAS EN EL GABANA
UNA EXCEPCIÓN de NICOLÁS CORRALIZA
Una vida llevada al extremo,
al límite de los limites,
senderos de locos, las calles.
Se te veía mal aspecto
aunque tu decías que todo iba bien.
Los demás te esquivaban,
miraban hacia otro lado
presos del pánico por tu locura.
Fue en agosto cuando me llamaste por mi cumpleaños.
Me decías que habías oído la voz de Ian Curtis
al despertar esta mañana.
Luego, no volví a saber de ti.
Hoy me enteré de tu marcha
previsible y anunciada.
En el coche con Joy Division
hago una excepción para llorar.
al límite de los limites,
senderos de locos, las calles.
Se te veía mal aspecto
aunque tu decías que todo iba bien.
Los demás te esquivaban,
miraban hacia otro lado
presos del pánico por tu locura.
Fue en agosto cuando me llamaste por mi cumpleaños.
Me decías que habías oído la voz de Ian Curtis
al despertar esta mañana.
Luego, no volví a saber de ti.
Hoy me enteré de tu marcha
previsible y anunciada.
En el coche con Joy Division
hago una excepción para llorar.
CUANDO LA LUNA SE VA DE FIESTA de MERCEDES FERNÁNDEZ TIRADO
Cuando la luna se va de fiesta,
ella luce llena.
Y vacía mi botella.
De blanco armiño,
mi niño,
dibuja su sonrisa
curvatura que deprisa
adivino en el espejo
de un mar quieto.
(A la luna le dió risa
-por mí o mi botellaque
hablase así de ella.)
Se subió a mi azotea,
y me prendó el taconeo
de su pose de flamenca.
-Tacatá.
¡Mírala!,
tan contenta
y a su son.
Sin ton,
pero conmigo.
Sin abrigo,
y al abrigo de la noche
que la lleva en su coche
de parranda y trasnoche
hacia otra madrugá.
-Tacatá,
tacatá,
tacatá.
La luna menguante
bailotea sin dueño.
Me roba el sueño
con su blanco guante
y su pícaro guiño.
¡Durmamos mi niño!
ella luce llena.
Y vacía mi botella.
De blanco armiño,
mi niño,
dibuja su sonrisa
curvatura que deprisa
adivino en el espejo
de un mar quieto.
(A la luna le dió risa
-por mí o mi botellaque
hablase así de ella.)
Se subió a mi azotea,
y me prendó el taconeo
de su pose de flamenca.
-Tacatá.
¡Mírala!,
tan contenta
y a su son.
Sin ton,
pero conmigo.
Sin abrigo,
y al abrigo de la noche
que la lleva en su coche
de parranda y trasnoche
hacia otra madrugá.
-Tacatá,
tacatá,
tacatá.
La luna menguante
bailotea sin dueño.
Me roba el sueño
con su blanco guante
y su pícaro guiño.
¡Durmamos mi niño!
477 de ALEN KERISH
477
"Atravesando Francia una noche de tormenta" J. Perales
La última vez
que visité Bilbao
estabamos juntos,
cuando el Grand Terreur
yacía enterrado.
En Burdeos
habitó una ilusión
del color del vino.
En Nantes
recordé que antes
en un pretérito imperfecto
eramos amantes.
En Reims
la catedral nos obsequió
con un guiño cómplice
de su rosetón.
Finalmente, en Caen
caí de nuevo a tus pies
como si los ocho ocho (88 mm Flack)
dispararan tu nombre
retumbando en mi neurona.
Ni a mil kilómetros de ti
evito a mis fantasmas
beligerantes en la playa de Omaha,
los errores me acompañan
a donde quiera que vaya.
En Les Caves Tholes
cantó Victoria como los ángeles,
Eva volvió al paraíso
y aunque no estabas
apuré mi último trago
perdido en tu mirada.
En la calle por la que huía
el olor de un fular me llevó a ti,
rue vacía con railes de tranvía
repleta de tu ausencia
colmada de melancolía.
Allí, en Normandía
con arena en los bolsillos,
el último de la fila,
y un corazón cerrado por derribo
en busca de las sabinas.
Protestando contra lo establecido.
Un cátaro, cuando Dios elegió a los suyos.
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