ABSENTA POETAS EN EL GABANA


Este próximo sábado (22 Junio) nos han invitado en el GABANA (c/ San Luis, Santander) a recital unos poemas a eso de las 20:00. Si os amináis por ayer estaremos recitando y tomando unas cervezas. Nos vemos !!.

UNA EXCEPCIÓN de NICOLÁS CORRALIZA

Una vida llevada al extremo,
al límite de los limites,
senderos de locos, las calles.
Se te veía mal aspecto
aunque tu decías que todo iba bien.
Los demás te esquivaban,
miraban hacia otro lado
presos del pánico por tu locura.
Fue en agosto cuando me llamaste por mi cumpleaños.
Me decías que habías oído la voz de Ian Curtis
al despertar esta mañana.
Luego, no volví a saber de ti.
Hoy me enteré de tu marcha
previsible y anunciada.
En el coche con Joy Division
hago una excepción para llorar.

CUANDO LA LUNA SE VA DE FIESTA de MERCEDES FERNÁNDEZ TIRADO

Cuando la luna se va de fiesta,
ella luce llena.
Y vacía mi botella.

De blanco armiño,
mi niño,
dibuja su sonrisa
curvatura que deprisa
adivino en el espejo
de un mar quieto.

(A la luna le dió risa
-por mí o mi botellaque
hablase así de ella.)
Se subió a mi azotea,
y me prendó el taconeo
de su pose de flamenca.

-Tacatá.

¡Mírala!,
tan contenta
y a su son.
Sin ton,
pero conmigo.

Sin abrigo,
y al abrigo de la noche
que la lleva en su coche
de parranda y trasnoche
hacia otra madrugá.

-Tacatá,
tacatá,
tacatá.

La luna menguante
bailotea sin dueño.
Me roba el sueño
con su blanco guante
y su pícaro guiño.
¡Durmamos mi niño!

477 de ALEN KERISH


477

 "Atravesando Francia una noche de tormenta" J. Perales

La última vez
que visité Bilbao
estabamos juntos,
cuando el Grand Terreur
yacía enterrado.
En Burdeos
habitó una ilusión
del color del vino.
En Nantes
recordé que antes
en un pretérito imperfecto
eramos amantes.
En Reims
la catedral nos obsequió
con un guiño cómplice
de su rosetón.
Finalmente, en Caen
caí de nuevo a tus pies
como si los ocho ocho (88 mm Flack)
dispararan tu nombre
retumbando en mi neurona.
Ni a mil kilómetros de ti
evito a mis fantasmas
beligerantes en la playa de Omaha,
los errores me acompañan
a donde quiera que vaya.
En Les Caves Tholes
cantó Victoria como los ángeles,
Eva volvió al paraíso
y aunque no estabas
apuré mi último trago
perdido en tu mirada.
En la calle por la que huía
el olor de un fular me llevó a ti,
rue vacía con railes de tranvía
repleta de tu ausencia
colmada de melancolía.
Allí, en Normandía
con arena en los bolsillos,
el último de la fila,
y un corazón cerrado por derribo
en busca de las sabinas.
Protestando contra lo establecido.
Un cátaro, cuando Dios elegió a los suyos.