Rendiré un lugar
a tus amaneceres
de pocas palabras
y justos besos.
Al silencio respetado,
al abrazo antes
de perderme en el embozo
a tu costado.
Cuánto bien mimado lo comedido.
Cuánto mal exigiendo lo sembrado.
Tú pedías a granel
lo que yo hilvanaba en reservados.
Tú tan externa,
yo tan intrincado.
Pero la culpa
no fue tuya ni mía,
no.
Fue de los escaparates de neón,
de los mensajes subliminales,
de los anuncios fetiche y los designios de vecindario.
¡Qué pena!, no supimos adaptarnos
a la tierra y a sus ciclos...
Yo... Un ganadero fiel al ordeño regular
y al trasiego de los pastos.
Tú, una agricultora pendiente de la poda limitada
y el riego diario.
Pero en cambio, ¡Qué pena!. No supimos adaptarnos.
Yo... Camino por las calles coleccionando vasos vacíos
e ilusiones.
Tú... vives sola en el perfecto orden de una casa
que me hace recordar los juguetes rotos del pasado.
ilustracion de Jan Saudek
Una solida poesía.
ResponderEliminarAl término de su lectura
una agradable sensación sentía,
Reflexioné el porqué...
Por que imaginé...
Por que ví...
Por que dolió...
Esas respuestas encontré.
Un abrazo,
Invita a reflexinar este magnífico poema, para los que somos nomádas de la vida.
ResponderEliminarBesos
excelente poema...
ResponderEliminarun placer descubrir este espacio
saludos