Una esquina, unos versos, unos acordes de guitarra al compás de las luces de neón. Aceras, adoquines, kilómetros de asfalto y carretera. Las botas gastadas aprietan mucho más que antaño y el cuero de la cartera no huele igual que antes. Camisetas blancas de tirantes, arpegios con cuerdas de metal y el sudor de las paredes de un local más que se agita entre copas de vino y vasos de cerveza. La banda de los corazones solitarios hace tiempo que está de gira, dicen que pronto volverá por aquí, mientras la poesía intenta doblar los renglones torcidos de una realidad que se mueve demasiado deprisa. Vasos cortos de licorprohibido que baja por la garganta y macera en las tripas, una tarjeta de visita amarillenta con las esquinas gastadas, hemos llamado a tu puerta, hoy estás de suerte.
Después de su vigésimo aniversario 2004/2024, Absenta Poetas, continúa en la acción directa, combinando las ediciones de su revista con los recitales y conciertos. Vuelven años de pisar el mármol de los bares, pubs, salas, bibliotecas y librerías, la tierra sin techo que se viste al aire libre y las habitaciones de los poetas y músicos que siguen dando vida a este viaje con forma de proyecto de largo recorrido. Más de 17.000 ejemplares sueltos, que vuelan sin retorno, como testigos agradecidos de esta andadura que sigue mirando al futuro, para daros las gracias a todas y a todos los que apoyáis este compromiso. Velas, incienso, dos monedas para los caídos y un brindis para tod@s vosotr@s... Absenta Poetas, seguimos...
PERLAS NEGRAS de ANTONIO ZAPATA
Pasé
bajo tus árboles
abrazado a tus ingles,
con la panadería
de besos
aún calientes
en mi corteza.
Hurgué tu boca
y sus amarillos labios,
trenzas
que eran latidos
temblorosos,
por mis dedos epilépticos.
Obcecaron mis sueños
montañas
de locos alpinistas
resbalando en tus hielos,
arañas y medusas
flotando en mis oídos,
ujier de tus cremalleras,
bedel en el incendio
de tu infernal lencería
que asesinó mis deseos.
Crucé todo tu cuerpo,
tirando nuestro amor
al reciclaje,
palmas oscuras
recibieron mi ocaso,
tus palabras
ya zurcidas
por esa vieja madre
que es el tiempo
iban remendando mi vida.
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