
No sé si fue el calor de los focos
o pensar en la palidez de Bette Davis en Jezabel
no sé si fui Cautivo del deseo
o creí adivinar el Desnudo de Eva en tus ojos.
Pero en el tono de tu voz presiento
a una mujer Peligrosa escondida en una cueva
y en cuya presencia cualquier hombre
se siente como aquel Bosque Petrificado
donde las hojas tiemblan justo antes de convertirse
en alfombra de otoño.
Cuando te vea sufrir, para mí sera una Amarga Victoria
y te convertirás en un decálogo de objetivos incumplidos.
Yo intentaré escribir los versos más tristes esta noche
y serán como La Carta de despedida de un loco indeciso
al que nadie advirtió de las consecuencias de enamorarse.
No sé si será que el mundo se convierte en nitrato
de celulosa y pigmentos de colores
como a veces se adornan los árboles en diciembre
con mentiras redondas y cintas plateadas.
Al mirarme en el espejo me pregunto
qué estarás haciendo ahora
como Robert Aldric se preguntó ¿Qué fue de Baby Jane?
mientras llegaba la caía de una Estrella
sobre una vieja cafetera
que siempre esperaba el saludo de los mismos clientes
cansados de que la felicidad sea siempre como una cita impuntual.
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