“Me enseñó que un poema es un acuario
con peces de verdad y agua inventada.”
Benjamín Prado
Tras el leve naranja de los atardeceres,
tras el espejo de tus gafas de sol,
tras el viento convertido en amante de las hojas,
allí se esconden los versos, como esos peces
de verdad nadando en agua inventada,
como nubes reales sobre un cielo plastificado.
Te dije: –No sé esconderme más que en la penumbra
que hay en tus ojos
como un ladrón que busca las esquinassombrías al abrigo de la noche.
Y tú me dijiste: –Hoy he aparecido
solo para decirte que te quierocomo esa sombra sobre un colchón vacío
como la visita inesperada
en una fiesta sin disfraz.
Tras la luz encendida
en el cuarto de un niño asustado,
tras la mitad del doble que esperamos,
tras la duda que existe
cuando no puedes mirarme a los ojos,
allí aparecen mis poemas, como el sonido
de la campana en el último round,
como el cuerpo cuyo destino es besar
tus labios en lugar de la lona.
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