I
Ella no salió del cascarón,
los días sucumbían y ella
repleta de otoños
vestida solamente por llevar algo suyo
por sentir el abrigo
reconoció el último grito
y se sentó.
Ella quería caminar más,
los pies guardaban recuerdos y ella
esperó.
II
Los labios azules de frío
azul del mar
reventaban de espuma
y un llanto seco, jodido
se le escapó
grito
eco
necesitaba saber
y no lloró más.
III
Tampoco recordó
ni amasó más panes
ni recogió más flores
ni ató más cabos.
Era hora de desaprender
por fin
la boca muda, sonreía.
fotografía original de Jan Saudek
Es muy hermoso este poema, Marianella. No me canso de leerle. Es de esos poemas que se llevan en la sangre y nunca sabes dónde...
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