COTIDIANO de ALEJANDRO REBOLLO


Cada mota de polvo en silencio.
Los ascensores subiendo al ático
alrededor solo hay un grupo de personas
haciendo fotos desde la azotea.
Una mosca se posa en mitad de la avenida.
El vendedor de rosas se ha ido porque
ya no encuentra un camino claro.
El corredor de apuestas preside el espectáculo,
el oficio de ultramarinos no entiende el presente.
Alguien no conoce a quien saluda.
La estampa de algodón en las esquinas
del escaparate
focos rojos y verdes de navidad.
Una planta acariciada por la luz que parpadea.
El lugar afortunado de un periódico amarillista
en el suelo.
Palabras cotidianas, una habitación en penumbra
y la persiana a medio bajar. Entra un rayo de luz.
El granizo golpeando la ventana de la buhardilla.
Muebles apilados alrededor de un cubo de basura
nadie mira el cambio de estaciones.
Ropa tendida, sábanas blancas.
De lejos se ven las montañas inundadas de nubes
estoy en mi habitación, no sé si hace frío.
El sábado por la noche el tejado estaba lleno;
No había más que fotógrafos chinos
rindiendo homenaje a una ciudad nocturna.
El tren llegando a la estación
y las lámparas parpadeando en el vagón.
Un hombre de negocios perdido en su propia vida.
Hay un portal y dentro los azulejos empañados.
El suelo está frío.
Un atasco en mitad de la autopista
una caída al aire libre de un paracaidista.

Los anuncios de publicidad pintados de graffiti,
el temblor de baja intensidad de un terremoto.
Anoche dicen que pudo haber llegado a sentirse.
Un titular de noticias en la tele,
a las dos empiezan los simpsons
y el kepchup está guardado en la nevera. ¡Sácalo!
Quieta, posada vigila un águila desde el poste de la
luz
al lado los coches en la autopista viajan a gran
velocidad.
La lonja con pescado y trabajadores del puerto,
un chaval con gorra y pantalones de marca
mueve los hombros con intensa superioridad.
La ciudad vista desde arriba en un plano a la salida
de la estación.
Una pareja de turistas acaban de llegar felices
y quieren visitar todo. Es lunes por la mañana.
Las tiendas de ropa venden la nueva temporada
otoño-invierno.
El centro comercial abrió ayer domingo.
La red social guarda palabras de toda clase y nada.
Se ha levantado ventisca, es imposible ver el otro lado
Ya las nubes tapan las montañas. Es probable que
mañana llueva.
Anoche no fui a misa. Llevo quince años sin pisar
una iglesia.
Un nuevo titular en contra del aborto.
El bosque replantado después de un incendio.
Los caminos de las afueras por donde se levanta polvo.
El kilogramo para emitir el precio en la frutería.
La luz del sol entre dos nubes.
Suena la radio en la calle desde una ventana abierta.
Es un programa extranjero.
Las chimeneas ardiendo de una fábrica
El aire golpeando a una hoja y moviéndola en el vacío.

APOCALIPSIS de JOSEP STEVE RICO


Sueño que viajo por las estrellas a través de las
                                             épocas del Tiempo.
Sueño que visito planetas para testimoniar vidas
                           recreando utopías inalcanzables
e inventando ilusorias fantasías.
Sueño cual Ulyses heroico que traspaso el umbral
                                                             de la Física
para transmutar cuando arribe la Muerte.
Sueño que renacerán la Bondad y la Esperanza.
Sueño utopías, sueño Apocalipsis...
Sueño que sus Jinetes ya cabalgan en mi Memoria...

AL MARGEN DE LA LÍNEA de JOSE MANUEL SANRODRI


“A todos aquellos que han tenido
que emigrar de sus países
en busca de una vida mejor”
Siento tu llanto en tus arrastrados pasos
y el mapa de tus suelas va borrándose
a cada senda desconocida de caminos sin trazos,
veo tu piel que no renueva su dolor en la frontera
y tu sombra, deja una cadena de sangre;
las retinas de tus ojos, se desprenden de sus cavidades
achacados por tu falta de fuerza,
y el eco de tu sufrida voz, ya no la escucha nadie.
Vives a escondidas buscando el momento del salto
que la muerte ocultará con maquillaje, en la aurora,
y desde las entrañas del abismo, todo es tan negro,
el viento ha pasado quebrando un mar de cabezas,
la huida se hace mucho más incómoda
y las ramas de un árbol de cemento, es el refugio ansiado
por quienes se han marchado en busca de la esfera
de un paraíso, donde la imaginación cierra sus párpados
y los periódicos, ofrecen sus titulares, más macabros.