LAGRIMAS TARDIAS, de Mikel Lado



Mis lágrimas se estrellan
contra el limpiaparabrisas
en esta noche de oscuridad
en la baldía carretera maldita,
que quebró mi espíritu
me arrancó el corazón
y mi última existencia,
herencia de tus mentiras.

La autopista sin retorno
sin una señal de bienvenida
sin descanso, sin guía,
camino inminente
al infierno de tu ausencia
y al triunfo de tu nueva vida,
y sin una lágrima tardía
al final, cercano de la mía.

fotografía de Jean Jacques André

ESTRELLAS, de Javier Perales



Robé un puñado de estrellas
en un descuido,
las guardé en mis bolsillos,
en tarros de cristal,
escondidas debajo de la hierba,
robé un puñado de estrellas
en un descuido,
tímidamente asoman su luz
entre mis bolsillos.

fotografía de Jan Saudek

EN UN ESTADO DE FRAGILIDAD APARECERA LA VALENTIA, de Oscar Domínguez


Estoy intentando llevarte
al escondite iluminado de mi vida
con los ojos vendados
con un verso atado
a tus muñecas invadidas por gaviotas.

Estoy intentando descubrirte mundos nuevos
como hace un turista en una ciudad imperial
para que dilates tus pupilas al escuchar
las esquinas que doblarás en mis palabras de amor.

Estoy intentando llevarte
por los caminos más enrevesados
de la verdad más incierta, con esos atajos
que quizás no quisieras,
para quitar importancia al destino dentro del trayecto.

Estoy intentando descubrirte
que nuestro pálpito no será un pasajero
en vuelo de bajo coste
porque para el amor hace falta tiempo y vocación,
pero también un billete de responsabilidad.

Estoy intentando llevarte
las lágrimas en una maleta cerrada
tirando la llave al sumidero de la tristeza
para que tu sonrisa sea una luz que alumbre mi vida.

Al verso de Luis García Montero
fotografía de Pascal Renoux

LA MADRE HERIDA, de Juanjo Galíndez



Entre tu tendencia a mecer
la primera luz
por el caminito de plata
desaparezco sin apenas nada.
Entre tu vaivén en mar
inundando el recuerdo
con sabor a sal y a nada.
Entre la cabeza agrietada
y la fisura del olvido
tras el siguiente resoplido
para quedar con nada.
Mojado en vida,
empapado en rastros de realidad,
asomándome a la fe
que termine con mi sed
para quedarme contigo.

fotografía de Isidro R. Ayestarán