Nº 1, de Alen Kerish



En este mar inmenso
cuando me ahogo en mis recuerdos,
tus besos me dan oxígeno
para seguir viviendo.

Cuando el sol calienta y me quemo
en las llamas de este infierno,
tu sonrisa me da aliento
para resistir al tiempo.

Cuando el frío me abotarga
en lo más profundo del invierno,
tus abrazos arropan
este corazón eterno.

Cuando la noche lúgubre cae
y de tu ausencia siento miedo,
tu dulce voz alumbra
la oscuridad de este tormento.

Cuando el viento golpea
los cimientos de mis sentimientos,
tu Amor me da la fuerza de Atlas
para aguantar los cielos.

Cuando mis fantasmas perturban
la paz de este cementerio,
lamento que todo haya acabado
y apuro el último verso
de este epitafio.

"Es duro acostumbrarse a
ver cadáveres en las
esquinas de las sonrisas"
J. Galíndez

PRINCIPIO DE UN FINAL, de Sol Bezanilla


Esta mañana me ha hecho un guiño la memoria
ha abierto sus párpados, ha enseñado sus pupilas,
esa pupila grande y ese oscuro laberinto a donde
va a parar el alma, tranvía con raíles chispeantes.
He oído el ruído de tu risa,
niebla cayendo, que devora trozos de mi alma,
ADN de mi piel quemada
por tu aliento extraviado y tus
palabras con puntos de fuga,
ojos de simas, hondos y certeros,
cavernas oscureciendo los días,
ocres sombras desgranando la luz
contra el tiempo, péndulo escondido
cayendo bajo mantas
de vigilia de sueños.
Hoy también mis párpados han cerrado
puertas cruzadas, desprendidas, atracadas,
umbral traspasado.
Ahora tengo rosas en las manos,
misterios en mi alma,
ojos asomados a miradas
de vértigo, El Sáhara en Oasis
de aire volátil envolviendo órbitas,
acariciando la sed de querer siendo.