VERSOS (II) de ALICIA VILLARES


Sigue.
Sigue(me). Sigue.
Que descienda
hasta mi altura tu guadaña
y me rebane
el cuello y mane
sangre.
El camino lo
señalan los surcos
de mis labios, de
todos: los que nombran
y besaste.
Sigue.
Sigue(me). Sigue.
La orgia empezará
cuando pisemos sin sentir
lo viscoso de los charcos
y repongas
en su sitio
mi
cabeza.

329 de ALEN KERISH



"Ahora tengo mis labios en un cigarillo
en vez de en los tuyos ¿cuáles? da lo mismo.
Hoy tengo mis dedos en el cuello de una botella
y no en el tuyo ¿cuál? el de tu útero".
En el principio fue el verbo
que nació de tus labios
no recuerdo cuales,
ambos he probado.

Modulando la radio
apreté el botón
que activó tu música.

Esos culotes grises hiperrelistas
no dejaban nada a la imaginación.

Heridas que no cierran
piernas que no se volverán a abrir.
No me amabas, pero me dió igual
tampoco estaba para nada más.

Mi corazón llora la pérdida a tu virginidad
aunque gozamos entre enjambres de manos,
cansadas de tocar metal.

LA SINFONÍA de AVALON



Por tu piel me muero,
culpable tu cuerpo del profundo deseo.
Con tu saliva me quemo,
con tus murmullos me abraso
en las llamas del infierno.

El aire se licúa con el aroma del deseo,
el espacio se detiene y se paladea,
cada segundo un fragmento
que todo lo gobierna y domina,
predecesor en la vorágine del resto.
Pastoso almíbar en la boca y en el cuerpo.

Dulce y embriagador maná
se derrama y se provee generoso,
conocedor y ávido de ser delectado
en ardiente envoltura y untuoso sustento.

Roce, fricción, aturdimiento,
irreal fantasía de gozo y tormento,
voraz partitura interpretada
en coro de voces sediento,
hasta callar majestuoso en manso silencio.

Celestial concierto,
estruendo de aplausos,
virtuoso genio el maestro.