III de ALEJANDRO REBOLLO


Perduraban los dolientes
enjuagando sus pies tristes
solicitando una estrella,

Naufragando su Jonás
engullido con el mundo
pereciendo en la ballena.

Yo, que a veces, abandonaba
tus átomos y tus células
quería arrojar metafísicas

Repartía mis maldades.

Y en la cena un Cristo herido
enjuagaba sus pies tristes.
Preguntó: ¿puedo arrojarme?
En otro cuerpo, en otro, en otro.
tengo miedo viernes santo.

CHAVELA de JAVIER PERALES



“Hay una cosa en la tierra más importante que Dios
y es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor”
(José Alfredo Jíménez)

Aguardiente, desierto y madera
juntos son la voz de Chavela,
caricias que no existieron,
cartas boca abajo marcadas
sobre mesas de cantina bailan
al son de un piano desafinado.
Puñales afilados para corazones hambrientos
acostumbrados a sangrar en balde,
hacen que las penas con tequila pasen mejor,
la necesidad de ganar alguna vez
aunque sea haciendo trampas
la vistieron de cantante
de pies descalzos y poncho ceñido.
Una guitarra dulce de piel clara
que desgarra acordes suaves
cuenta las historias que sangra Jose Alfredo,
amoríos crecidos bajo techos de caña
que acaban llenando de llanto las noches más cálidas
en las que no existe ningún consuelo.
ABSENTA POETAS 6
Que se enteren todos que ya no hay voces con arrugas,
tampoco cortejos o vasos húmedos boca abajo,
ni Lorcas, ni Machados, ni Martín Fierro el Gaucho,
tan solo coplas de agua clara edulcorada,
flores artificiales en otras solapas,
pero que se enteren todos también
que desde los indios en la Sierra
hasta los mozos de la escuela
cantan todos por Chavela.

143 de ALEN KERISH



" He meditado a menudo sobre la muerte y
encuentro que es menor de todos los males".
Francis Bacon
Ni siquiera puedo mirar tu rostro
pues preso estoy del fango y del destrozo,
lo que antaño era un hermoso haz de luz
ahora es un sol errante que me quema,
lo que antes fue un leve soplo de viento
ahora se ha convertido en huracán,
lo que ayer fue grácil manantial de agua
hoy se vuelve tifón incontrolado.

Y en este día de sol, tu paisaje
cubierto de negras nubes sombrías
escapa volando de entre mis manos
como aquel transeunte solitario
cabizbajo ante este radiante sol,
como un barco sin velas que zozobra
a la deriva, cáscara de nuez.

Como un sutil pajarillo, pequeño,
desgasto mis fuerzas contra el destino:
ángel sin alas, cayendo al vacío.