LA ESPALDA DE LA NOCHE de Horacio Pettinicchi

Donde termina la espalda de la noche,
en la mera soledad de la memoria,
con una ginebra herida de palabras
y polvo de mariposas en mi cigarro.
Escribo silencios,
con palabras en sombras,
con besos estallados,
en la luz que se pierde entre tus piernas,
bebiendo el vino de la locura,
desnudo todo de mí,
escribo silencios
con un amor hirsuto, inexorable,
con peces bailando en el amanecido sudor de tu vientre,
con palabras púrpuras
en tus bordes rotos,
en tu risa ancha,
deshechos del estorbo de nuestros cuerpos,
aferrándonos a la pequeña muerte,
escribo silencios.

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