AQUELLA NOCHE EN TUS BRAZOS de Óscar Domínguez


    A la frase de J. Sabina 
Ella me enseñó la distancia que existe entre mi boca
y su silencio
el miedo de su cuerpo al apagar la luz del cuarto
y la fragilidad en los botones de su camisa
entre mis dedos.
Ella me enseñó que un verso es un mordisco de realidad
sobre la manzana de un sueño,
me enseñó que nadie puede decir te quiero
sin perder parte de su propia identidad
como los veintiún gramos que suceden a la muerte.
Nos acostamos tarde, después de dos copas de vino
y una hora sin saber qué decir.
Los dos fuimos borrachos
de miradas incompletas y frases asesinas,
me descifraste tus sueños como un vaquero desgastado
mientras los misterios se ceñían a tus labios de mujer triste.
En los posos se ahogaron nuestras penas,
de tu rimel borré los nubarrones del recuerdo
y con mis besos tu sonrisa de Marilyn.
Ella me dijo: –Lo sé, el mundo es injusto chaval
pero si me provocas
yo (por ti) también sé jugarme la boca.
Yo aprendí que con las palabras no siempre se acortan
los kilómetros
y que no servirá un cuento para que cierres los ojos
aunque esta vez
sea yo quien descubra la cicatriz de mi pecho.

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