DOS DEDOS de Mikel Lado Peña


A Django Reinhardt (1910-1953)


Dos dedos pueden ganarle una carrera al viento
aunque traiga prisa por imponer los malos tiempos,
en donde las botas de marchar a un mismo paso
golpean los adoquines de los Campos Elíseos,
tratando de aplastar en una dura, seca y mortal nota
todo ritmo que suene a libertad.

Nada sera igual, antes o después
todo en fuego se habrá convertido y tú, tranquilo
dos dedos y demasiado swing para parar
aunque los perros suelten sus malditos ladridos.

El viento cambió, paró la tempestad
tiempo de cruzar hasta Manhattan este Atlántico mar,
pero dos dedos extrañados, no se sienten muy cautivos
por la electricidad que impone ahora el camino.

Dos dedos que inexorablemente llevan a otro París,
a callejear el mes de junio por Samois-sur-seine,
a regresar otra vez a por una taza de chocolate,
a dedicarte una nota en swing menor, si lo consigo.

Siempre se añorarán los viejos tiempos
y una selmer macaferris para gypsyjazzear,
cuando el maestro enfundó tranquilo su guitarra
estaba diciendo, -hasta aquí llegó mi fiesta amigosera
su gitana despedida, que nadie supo entonces interpretar
era que se iba con el viento, que un día, lo trajo hasta acá.

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