Poema 68 de Alen Kerish

    A Jeff Buckley

Con chapoteos inocuos
se le agotaban las fuerzas,
entre tanto, ojos oscuros
miraban tras la maleza.

El agua de los pulmones
por su boca de profeta
le salía a borbotones
mojando su barba infecta.

Rodeaba su cadáver,
entrerrado a tumba abierta,
un cuervo negro... la muerte
con su sonrisa siniestra.

Intentó cruzar el río
por una estúpida apuesta 
y el barco de su destino
se hundió con ola funesta.

En algún lugar se ríe,
demente, su calavera.
Del bosque oscuro provienen
sombras con luces de velas.

Su alma de naufrago sigue
al séquito de tinieblas
hasta el lugar donde parte
el barquero hacia otra tierra.

(Incluido en en Nº10 de Absenta Poetas)

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