CON LA MIRADA PERDIDA DE BETTE DAVIS, de Oscar Domínguez


No sé si fue el calor de los focos

o pensar en la palidez de Bette Davis en Jezabel

no sé si fui Cautivo del deseo

o creí adivinar el Desnudo de Eva en tus ojos.

Pero en el tono de tu voz presiento

a una mujer Peligrosa escondida en una cueva

y en cuya presencia cualquier hombre

se siente como aquel Bosque Petrificado

donde las hojas tiemblan justo antes de convertirse

en alfombra de otoño.

Cuando te vea sufrir, para mí sera una Amarga Victoria

y te convertirás en un decálogo de objetivos incumplidos.

Yo intentaré escribir los versos más tristes esta noche

y serán como La Carta de despedida de un loco indeciso

al que nadie advirtió de las consecuencias de enamorarse.

No sé si será que el mundo se convierte en nitrato

de celulosa y pigmentos de colores

como a veces se adornan los árboles en diciembre

con mentiras redondas y cintas plateadas.

Al mirarme en el espejo me pregunto

qué estarás haciendo ahora

como Robert Aldric se preguntó ¿Qué fue de Baby Jane?

mientras llegaba la caía de una Estrella

sobre una vieja cafetera

que siempre esperaba el saludo de los mismos clientes

cansados de que la felicidad sea siempre como una cita impuntual.

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