EL NOTA de Juanjo Galíndez

El nota encadenaba desacordes,
trasteaba sin talento,
sus ilusas manos
mancillaban las canciones.

La noche no le amaba más,
él amaba la noche,
veneraba el exceso y el derroche.
Al no componer, no suponía
que al componer, John Lenon
asía su cuello con la cuerda
en clave de soga
de ese blanco piano inmaculado
que no llegó a imaginar esto...

Pero de vez en vez paría
hijos que no veían la mañana,
deformados sones, algarabía de sombras,
improvisado amor de deficiente melodía.

El nota lo sabía bien,
aunque oculto, encontraba tardes
de verdad y vino adjunto
en que la claridad le roía.

Rozaba el contraste,
greñas , trapos y colgantes.
Creía en la justicia enrollándose
con el mago bajo la tenue luz
del candil del viejo ermitaño.

El nota es una víctima homicida,
con tantos complejos, Electra y Edipo
colman sus manos;
su madre preguntándose...
¿Qué habremos hecho mal?
Derritiéndose, mientras su padre,
piensa, desde la anciana bondad...
¡¡ Que pena de hostia a tiempo... !!

Ya casi con cuarenta,
el nota, no llega a verlo,
no llega a verlo nítido, tan dispuesto...
De repente, le dio por otear las ofertas
de empleo, y se encontró...
¡Oh claridad mística!
Con una crisis rondando de por medio...
Habrá que seguir poniendo la mano
y maltratando el instrumento...

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