Versos (I) de ALICIA VILLARES


La imaginación se me va de las manos
y desciende las caderas.
Un rubor encendido
bajo el vidrio,
el reflejo
una cortina dorada
que pesa tras la lluvia.
Mis labios
saben de animales que susurran:
el mordisco son palabras
silbando entre los dientes.
La sangre se acumula
y nado lagos.
Después,
todo es vapor donde
hubo agua
y la imaginación se me vuelve, dócil,
a las manos.

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